Anthurium es el nombre genérico de unas 700 especies extendidas por casi toda Latinoamérica, desde México a Argentina. No obstante, su catalogación es relativamente reciente: el botánico Edouard André la descubrió en las selvas colombianas en 1876, durante una expedición financiada por el gobierno francés (André fue un paisajista célebre y participó en el ajardinamiento del París decimonónico).
Los anturios necesitan los cuidados de toda planta tropical: humedad ambiental, calor suave y mucha luminosidad sin sol directo.
Al anturio, al que también se denomina lengua del diablo (A. scherzeranium), y en el mundo anglosajón, flamenco flower otailflower, se le atribuían poderes afrodisíacos e incluso se ofrecía como símbolo de fertilidad a las jóvenes que deseaban quedarse embarazadas. La causa es bastante gráfica: la curiosa anatomía de la flor, con una hoja modificada —espata— en forma de corazón, y la flor propiamente dicha, el espádice (llamado candela en América) en el centro, que se asociaba con el órgano sexual masculino.
Llama la atención el aspecto carnoso y acharolado de la espata, cuyo brillo realza los colores, en bello contraste con sus abundantes hojas de color verde oscuro. La espata y el espádice la emparientan con las otras plantas de la familia de las aráceas, desde las calas hasta los espatifilos.
Presencia elegante, belleza exótica, estructura original... y sin embargo los anturios han empezado a conocerse en España hace apenas dos décadas. Pero hoy se pueden ver tanto como flor cortada, de espectaculares espatas y un tallo que puede alcanzar los 50 centímetros (A. andreanum), como para cultivar en el interior de casa: ejemplares de abundante follaje y numerosas flores, generalmente rojas o rosadas, obtenidos por hibridaciones. Se la considera, además, una planta purificadora, es decir, capaz de depurar el aire de sustancias nocivas.
Entre ellos destacan el A. andreanum, A. vitara y A. acaudale.Existe también una variedad trepadora, el A. scadens. En las regiones tropicales se pueden cultivar en un jardín bajo los árboles, y en maceta (A. scherzerianum).
Los cuidados son los habituales de las plantas tropicales:
• Temperatura cálida constante, sin cambios bruscos, y abundante humedad ambiental. Se trata de una planta de hoja perenne que puede conservar la flor durante todo el año si se mantiene, rigurosamente, entre 18-20º y 28º (nunca más de 35º ni menos de 15º) y buena luminosidad.
• El sol directo puede quemarle las hojas, pero si no cuenta con las suficientes horas de luz no dará muchas flores (durante el otoño y el invierno hay que engañarla manteniendo la luz encendida varias horas). En la axila de cada hoja existe el principio de una flor, pero para que surja una u otra serán necesarias determinadas condiciones de luz.
• La humedad ambiental es otro de los factores clave para el bienestar de esta planta. Agradece las pulverizaciones diarias, que deberán practicarse a unos 15 centímetros de distancia, o que se la mantenga sobre un platito lleno de guijarros y agua. Se debe regar cada tres días en verano y una vez a la semana en invierno.
• Resulta fundamental protegerla de las corrientes de aire en los días fríos, de lo contrario perderá deprisa las flores y las hojas empezarán a amarillear.
• Tampoco debe colocarse cerca de fuentes de calor.
• Una limpieza de hojas, a ser posible con agua de lluvia, o al menos no calcárea, también mejora la salud de los anturios. Es preferible no abrillantarlas con productos de floristería.
• No es necesario ningún tipo de poda, sino solamente retirarle las hojas y flores marchitas.
• Es conveniente aplicarle fertilizante líquido cada dos semanas, sobre todo en época de floración.
• Se multiplica por división de mata y requiere un cambio de maceta cada dos años; para ello habrá que proveerle un suelo ligero, suelto, que permita la aireación de las raíces, y rico en materia orgánica.